viernes, 13 de febrero de 2015

Reflexiones musicales

Por Carlos Andrés Gallegos Valdez

I

Luego de “Valtari” (2012), un disco para dormir fieras, Sigur Ros se renovó. El tecladista Kjartan Sveinsson abandonó el grupo, y el trío restante se puso a grabar un nuevo álbum al año siguiente. El resultado, “Kveikur”, es más atractivo para las ondas sonoras. Los sonidos ambientales permanecen, pero las canciones suenan más energéticas y agresivas. Recomiendo escuchar “Brennistein”, canción utilizada para promocionar la nueva temporada de la serie “The Walking Dead”, un perfecto uso de la distorsión y la batería. Otros “tracks” llamativos son “Isjaki” y “Blápradur”. Los nostálgicos de la era temprana de la banda de Islandia se quedarán más helados que el clima del país europeo, pero era evidente que el sello Sigur Ros ya estaba desgastado. El ahora trío se desenvuelve con frescura, al abrigo de nuevas ideas, en este álbum.




II

No leer los siguientes párrafos si no han visto “Breaking Bad”.

Los fanáticos de Breaking Bad recordarán a Gustavo Fring, el villano de la máscara de hierro, el vendedor de pollos más implacable de Nuevo México, enfrentar su destino final en una caminata rumbo a la morada de su enemigo, Héctor Salamanca, el viejo de la campana más agobiante jamás escuchada. La escena, ícono de la serie, está ambientada por una música, reedición del Viejo Oeste con manufactura electrónica, obra de Apparat, pseudónimo de Sascha Ring, un DJ alemán que huye de las mezclas y el ponchis-ponchis para diseñar sus propios sonidos. La canción, “Goodbye”, es el perfecto epílogo crepuscular de uno de los mejores villanos de la historia de la televisión. Walter White won.

“Goodbye” es una de las diez gemas digitales qua Apparat nos presenta en su álbum “The Devil’s Walk” como el recorrido de Gustavo Fring hacia el asilo, su infierno particular donde al fin fue condenado. Otras canciones dignas de ser escuchadas son “Candil de la Calle”, “Sweet Unrest” y “Ash/Black Weil”, donde el músico electrónico germano se desenvuelve como un digno alumno del minimalismo sonoro de Steve Reich

Fin de spoilers


III

Un domingo, los radioescuchas de Super Estereo escucharon cien veces seguidas la canción “Mesa que más aplauda” del grupo Clímax. Una decisión inverosímil, justificable únicamente desde la payola o la sordera, terminó por hartar a miles de personas seguidoras de la estación como yo. El 100.3 de FM, amiga fea y vecina más próxima del cuadrante de Exa FM, tenía catálogos limitados y personalidad de imita changos.  Pero para un puberto como el que esto escribe, era suficiente para sintonizar sus contenidos. Algún éxito de Coldplay, raperos con insultos tasados en Nasdaq como 50 cent, canciones para enamoraditos de mano sudada como “Andar conmigo” de Julieta Venegas o pretextos para jalarle el pescuezo al ganso como Britney Spears, desfilaban y se repetían en la programación de Super Estereo. La estación perfecta para músicos como Bacilos, que solo querían pegar en la radio para ganar su primer millón, un día languideció y le dejó su lugar a RMX. De Super Estereo solo quedaron los promocionales de DJ Pelos y el recuerdo del día en que se propusieron enloquecer a la gente con “Mesa que más aplauda”. Y lo lograron.


IV

La mejor manera de combinar exotismo cultural con buena música es echándole un ojo a las músicas del mundo. Géneros musicales como el jazz se combinan con el ambiente sonoro folclórico de los países, para lograr combinaciones más universales y accesibles a un público más homogéneo. Un ejemplo de semejante mezcla es el músico tunecino Anouar Brahem, quien combina el instrumentalismo del jazz con su destreza en el uso del laúd árabe, una especie de guitarra parecida a una pera, popular en las regiones persas. Acompañado de sus compañeros Barbaros Erkose y Lassad Hosni, Brahem firmó un álbum en 1999, Astrakan Café, del cual rescato la siguiente pieza sonora, tranquila, evocativa y nostálgica.




No hay comentarios:

Publicar un comentario