Por Carlos Andrés Gallegos Valdez
Piscina clausurada
El sueño que no será |
La reciente declinación de
Guadalajara a recibir el Mundial de Natación del 2017 confirma la depresión que
vive el deporte en México actualmente. Oficialmente, se adujo como argumento el
recorte de presupuesto gubernamental al deporte, que afectó la disponibilidad de dinero para
organizar este evento. Mientras tanto, la capital jalisciense y las autoridades federales pierden 10
millones de dólares (150 millones de pesos) ya gastados en la obtención de la
sede, y otros 5 millones de billetes verdes (75 millones de pesos) por la multa
que se le pagará a la Federación Internacional de Natación (Fina) al declinar
la organización del evento. Con esta renuncia, Guadalajara desecha otro evento
deportivo a organizar, luego de retirar sus candidaturas para los Juegos
Olímpicos de la Juventud del 2014 y 2018, y la sede de la Copa Mundial Ecuestre
realizada en 2013.
Más allá de la particular ilusión
que me hacía ver a los mejores exponentes del deporte acuático mundial en la
Perla Tapatía, lo verdaderamente triste de esta declinación es que la Comisión
Nacional del Deporte y el CODE estatal acepten mansamente los recortes
presupuestales en el deporte y no puedan convencer a sus jefes de la
importancia de eventos deportivos como éste Mundial de Natación para ofrecer una
bonita vitrina a sus atletas, además de elaborar una mayor difusión de otros
deportes que no sean tan populares como el futbol. Primero serán eventos como los Juegos
Olímpicos de la Juventud o los Mundiales Acuáticos, después los gobiernos
tendrán manga ancha para recortar becas estudiantiles, Olimpiadas Nacionales,
subvenciones a atletas y otras inversiones necesarias para el crecimiento del
deporte mexicano. Los estamentos que se
encargan de difundir la cultura física y el deporte se atan las manos y
sobreviven acatando órdenes sin siquiera fabricar una posibilidad de réplica,
no vaya a ser que les quiten dinero hasta dejarlos en calzones. Mientras tanto,
el gobierno federal seguirá cancelando eventos deportivos mientras se gasten 6
millones de pesos diarios en propaganda mediática, según información del diario
Reforma.
El Centro Acuático de Guadalajara no se utilizará |
Aristóteles Sandoval, gobernador
de Jalisco, señala que el estado no puede permitirse invertir mil 500 millones
de pesos, dinero que serviría más en otros departamentos como la educación,
salud y seguridad, entre otros asuntos prioritarios para la población.
Semejante vocación de austeridad suena interesante, y yo estaría de acuerdo si
verdaderamente se utilizara ese dinero ahorrado en beneficio de los
jaliscienses. El problema es que, haciendo gala de los dichos populares, los políticos
no dan paso sin huarache y aprovecharán la oportunidad de jalar agua para su
molino. Suena poco creíble el discurso
del ahorro y el interés social en un gobernador que dejó a Guadalajara como el
municipio más endeudado del país, según un estudio de la Secretaria de Hacienda
y Crédito Público federal, con más de 2600 millones de pesos por saldar. Además, de acuerdo a una investigación de
Reporte Índigo, el gobierno estatal a través de la Secretaría de Finanzas,
suelen apapachar a los empresarios condonándoles multas por el impago de impuestos, por lo que el erario
jalisciense ha dejado de percibir ingresos nada despreciables de 30 millones de
pesos durante 2013. Tanta brillantez en el manejo de la economía estatal ciega
a los más incrédulos, por eso Ricardo
Villanueva, el secretario de Finanzas que solapó estas irregularidades, buscará
la alcaldía de Guadalajara para continuar con esos altos estándares de
competitividad financiera. Si hacemos caso a la visión de que fue el gobierno
federal el que declinó la organización del Mundial y no la entidad estatal, que
solo acataría órdenes de arriba, sorprende que el Ejecutivo nacional no revise
estas anomalías de uno de sus Estados, que llevan a desajustes y reducciones presupuestales
en el reparto federal de recursos públicos.
Está claro que la organización de
un evento deportivo internacional representa gastos elevados. Ya lo vivió
Guadalajara con los Juegos Panamericanos (tranquilos, ahorita toco esta canción).
El problema es que se recortan los gastos que convienen. Por ejemplo, se
invertirán mil 100 millones de pesos en la construcción de una nueva sede para
las Fiestas de Octubre. Sin tener nada en contra de tal evento, es evidente que
representa, en términos publicitarios y comerciales, un apoyo mucho más
redituable para el Estado construir una nueva Feria que albergar un Mundial de
Natación. Continuando con la crítica al discurso “social” de Aristóteles Sandoval,
se hace hincapié en los gastos que conlleva el campeonato deportivo, pero las
erogaciones en temas sociales son opacas. Este viernes salió una nota que
señala anomalías fiscales en el reporte de los recursos utilizados para el
Seguro Popular durante 2013, primer año de gobierno de Aristóteles. De los 3 mil 300 millones de pesos
transferidos a Jalisco, alrededor de 650 millones de pesos no se reportaron
debidamente a Hacienda, lo que representa un tercio del presupuesto total.
Semejante transparencia en las auditorías estatales no me llevan a confiar en
el buen uso de los mil 500 millones de pesos que se dejarán de usar en la
organización del Mundial acuático. Y ya ni hablemos de los 225 millones de
pesos tirados a la basura en la declinación de la sede. Pequeño gran detalle.
Villa Panamericana, el elefante blanco que nunca debieron alimentar
Leí en La Jornada Jalisco una
nota sobre la Villa Panamericana y su futuro destino. Más allá de la
cuestionable redacción de la noticia, que parecía dictada por el priismo con
frases opinativas sin sustento interpretativo como “herencias negras del
emilismo” o “elefante blanco del panismo”, está claro que la Villa Panamericana
nunca fue un modelo sustentable, ni urbano ni ecológico. El daño ecológico
irreversible a la cuenca hidrológica de El Bajío solo es consecuencia de una
ciudad que solo crece a los lados, como un obeso mórbido, pero nunca planea un
crecimiento de altura, hacia arriba, que permita desarrollar la buena salud de
una ciudad todavía adolescente e inmadura.
En la noticia se consignó una
diferencia de opiniones entre el PRD y el Ingeniero Roberto Dávalos López. Mientras
los perredistas quieren demoler el complejo habitacional, el Secretario de
Infraestructura y Obra Pública se negaba a esa opción. La Villa Panamericana, en la cual se
desperdiciaron mil 200 millones de pesos, es un símbolo de la torpeza en la
planificación urbana y la corrupción en los altos mandos panistas que aprobaron
esta construcción, sin embargo, de algún modo le quieren hallar utilidad al
elefante blanco, para ver si se saca algo de provecho a algo que jamás debió
existir. Hay un proyecto para convertir la Villa en una Ciudad del Adulto Mayor,
y tres empresas del ramo de la construcción desean comprar los terrenos. La
imperiosa necesidad en sacar recursos mediante la urbanización de una zona
protegida, que también afecta el desarrollo ambiental de la cuenca de Atemajac
y los bosques de La Primavera y Colomos, continúa haciendo de Guadalajara una
ciudad sin visión de mediano y largo plazo, un rancho grandote que quiere pan
para hoy y hambre para mañana.
Mientras los alcaldes de la Zona
Metropolitana y el gobernador hablan de investigar los créditos y deudas de la
Villa Panamericana, los culpables siguen sueltos y más tiempo se desperdicia en
la toma de acciones que piensen en la salud de la ciudad. Pero yo no recuerdo
tanta inflamación del partido que gobierna cuando estas cuestionables
decisiones fueron tomadas. Los priistas que antes callaron sibilinamente el
despilfarro ahora se presentan como paladines de la austeridad y defensores
ecológicos encendidos al más puro estilo Greenpeace. Mientras tanto, la Villa
Panamericana seguirá deteriorándose, pidiendo a gritos que le apliquen la
eutanasia, pero fieles a la vida, los políticos le darán respiración artificial
hasta que puedan descubrir el testamento.
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