I - MEMORIAS DE UN
SOLDADO DE LA MARINA
Estábamos todos ahuevonados y con sueño, porque a nuestro
mando se le ocurrió atrapar al Chapo Guzmán desde antes de las cuatro de la
mañana, con el pretexto de que a quien madruga, Dios le ayuda. Le decíamos a
nuestro teniente que mejor lo agarráramos despuesito de las tres de la tarde,
con suficiente sol para ver por dónde se nos escapaba pero sin tanto calor que
no nos hiciera sudar a chorros. Pero el jefe, supersticioso y terco, nos
aseguró que la captura del narcotraficante tenía que ser pronto, porque si no
lo capturábamos antes de las nueve de la mañana, el dólar aumentaría su precio
hasta los 20 pesos, ya que informes privilegiados aseguraban que esta moneda
estaba confabulada con el Chapo Guzmán para poner de cabeza la economía de
nuestra nación.
Como yo no entiendo nada de eso del dólar, porque me
alimento de frijoles caldudos y cecina dura, pero obedeciendo las órdenes de mi
teniente, marchamos hacia Los Mochis y después de una balacera y algunos
muertos, capturamos al Chapo Guzmán. Cuando estaba en entrenamientos con la
Marina, nos decían que este señor era el más peligroso, pero cuando lo tuvimos
en nuestro poder, el señor se dejó atrapar de manera mansa, como un niño que
recibe el castigo merecido de sus padres. “Así que nos vemos de nuevo,
muchachos”, nos dijo con voz fatigada por el sueño. “¿Ahora a que penal me van
a llevar?”, nos preguntó de una manera tan amable y cortés que yo tenía ganas
de decirle “si no lo quieren en las cárceles de nuestra nación, en mi casa hay
espacio para usted, mi mujer hace una sopa de fideos riquísima, le va a gustar”.
Pero en la Marina tenemos prohibido hacer esta clase de confidencias, aún con
delincuentes de largo trato y tiempo de conocernos.
Ya con el Chapo en nuestro poder, el jefe de comando nos
felicitó por nuestra labor insigne y patriótica, y nos dijo que en unos minutos
más nos traería una sorpresa. Pensaba en las putas y el alcohol que nos íbamos a
zampar, cortesía del Ejército, cuando se presentó ante nosotros el señor
presidente, comandante supremo de las fuerzas armadas, Enrique Peña Nieto. La
emoción nos embargó a tal punto que unos lamentaban no traer pluma y papel para
pedirle un autógrafo, otros sacaban los celulares que le confiscaron a los
muertos en la refriega de unas horas antes y le tomaban fotos que les
encargaron sus esposas, porque estas querían ver lo guapo que estaba, y unos
más, me incluyo, pensábamos en lo buena que estaba su hija Paulina. Cuando me
tocó el turno de estrecharle la mano, ya le iba a decir “suegro” pero las
estrictas reglas marciales, que nos impiden llamar al presidente sino por su
nombre completo y siempre anteponiendo el “comandante supremo de las fuerzas
armadas, azote de Dios y centauro de las mil victorias”, bajo pena de ser
juzgado por un tribunal militar como traidor a la patria, me obligaron a
respetar el protocolo.
Luego de los saludos, el presidente sacó unas hojas donde,
pensaba ilusamente, tenía escrito su discurso de victoria, pero las utilizó para
secarse el sudor. Hice saber mi sorpresa ante semejante acto, pero un compañero
me comentó que el presidente no lee más que la Biblia, y no toda, solo algunas
partes. “Probablemente se está preparando para cuando venga el Papa Francisco y no lo agarren en curva”, terminó mi compañero,
mientras para mis adentros pensaba en que tal vez la captura del Chapo no se
debía a eso del dólar, sino para que el Santo Padre no se asustara por las
balas y el narcotraficante no utilizara el culto a Jesús Malverde para restarle
competencia.
Aun así, yo esperaba un discurso motivador, donde a nuestra
hazaña se le comparara con Gaugamela, Maratón o Austerlitz, repleto de expresiones
como “patriotismo acerbo y ardoroso”, “cumplimiento del deber”, “servidores de la
nación” o “México avanza hacia la prosperidad”, pero luego de unos segundos de
reflexión, nuestro señor presidente señaló a la dirección del Chapo, que estaba
jugando quintilla con dos de los soldados.
“Pongan enfrente de mi al Chapo, quiero hablar con él”,
dijo.
Llevamos al delincuente a su presencia, el presidente lo
miró fijamente y con odio, mientras que El Chapo le soltó una mirada tierna como
diciéndole “¿me extrañaste, tesoro?, dime algo, ¿por qué me miras así?”
“Joaquín Archivaldo Guzmán Loera”, empezó nuestro comandante
supremo, con tono melodramático de telenovela, “tú, miserable canalla, prometo…
que acabaré contigo, malnacido infeliz”.
El narcotraficante no replicó. El presidente prosiguió su
plática
“Jamás te perdonaré lo que me hiciste, ¡y no me mires como
si no lo supieras!. Pero al fin nuestra familia descansará en paz, porque tú,
si tú Joaquín, mataste a mi esposa Mónica y eso nunca, me entiendes, nunca te
absolveré de esa canallada, por más que quieras escapar para evitar tu
sentencia”.
“Pero Enrique”, interrumpió el Chapo, “¿pues que tu esposa
no se murió de… esta enfermedad… epilepsia?”.
Ante semejante falta de respeto a la investidura
presidencial de nuestro supremo comandante, mediante una alusión totalmente
personal y delicada, Enrique le propinó una cachetada al narcotraficante y acto
seguido volteó hacia nosotros y nos dijo
“Apártenlo de mi vista y enciérrenlo, pero antes, llévenselo
a López Dóriga que me pidió una entrevista exclusiva con el Chapo, así de
cuates. ¡Y cuidadito con que se vuelva a escapar!, ¿eh?”.
Nos llevamos al Chapo hasta la sede provisional del comando,
y mientras el narcotraficante iba con nosotros, una señora cuarentona dijo con
una voz alta y rencorosa “¿dicen que ese Chapo es un criminal peligroso?, un
pendejo que se deja capturar tres veces no asusta ni a los muertos”. Casi
enseguida, un señor de lentes que tenía un periódico “La Jornada” debajo de la
axila izquierda nos gritó, “mentirosos, ese no es el Chapo, es Don Rogaciano, el
señor que repara llantas en el Centro, basta de engañar al pueblo”, con una
certidumbre tan demoledora que tuvimos que pedirle al Chapo su credencial del
INE para corroborar que si era él en persona.
II - CARTA DE AMOR DEL
CHAPO A LA CARCEL
Vieja ya mero regresa tu viejo de
Sinaloa que te dejó toda solita durante cinco meses pero ya voy de vuelta para
darte el amor por el que tanto reniegas y deseas cochinota entonces qué dices que
se arme la peda y la carne asada porque el Chapo el mero mero del cartel de
Sinaloa vuelve para demostrar quién es el más chingón y a todos esos pendejos
que te coqueteaban en mi ausencia se los va a cargar la verga pero si me llego
a enterar que le entregaste el culo a alguno de esos presos te la voy a meter
con todo y mi cuerno de chivo para que de una vez entiendas que el Chapo es tu
hombre culera.
Por ahí me enteré que andas
diciendo que ya no te quiero que ya me olvidé de ti y me mandas a los federales
para que me busquen según tú porque yo estoy en malos pasos matando gente
vendiendo droga y empedándome con mi compadre el Mayo de quien dices es muy
culero porque desde tu juventud le echaste los perros y él ni te peló pero se
te olvida pinche vieja ingrata que yo me enamoré de ti desde aquel 1993 en
donde los pendejos del gobierno me usaron de carnada por lo de aquel cardenal
que se chingaron en el aeropuerto de Guadalajara y me traían todo puteado desde
Guatemala mientras los federales me decían que confesara y yo les decía a todo
sí lo que ustedes digan y manden y ellos me decían que dejara de hablar que yo
era un buen soplón pero que me callara la puta boca porque les decía que todos
los policías generales y procuradores eran todos unos pinches corruptos pagados
y mantenidos por nuestro cartel y todo el puto gobierno era una bola de
bandidos que bailan como monos de circo cuando les ofreces billetes del narco pero
los federales me decían que me callara que era un metiche y que más valdría que
cambiara mi declaración sino me pudriría en la cárcel como Don Neto y yo no les
dije nada porque entonces me puse a pensar en el momento cuando valimos verga y
recordé esa vez que algún pendejo mató a aquel agente de la DEA y los putos
gringos se nos dejaron ir encima como chuchos ellos son así te ponen y luego te tumban.
Entonces nos enamoramos y de
verdad yo te amaba bien sobre todo cuando me pedías que te zangoloteara los
barrotes de tus piernas porque los sentía muy fríos y cuando te tocaba te
estremecías y llorabas y gemías como una gatita y cuando acariciaba tus paredes
duras y grises estabas muy cerca de mí y me abrazabas pidiendo más amor y
cuando despertaba todas las mañanas allí estabas tú para decirme al oído que
nunca me dejarías solo que estaríamos juntos para siempre pero tu amas y
demandas demasiado de mi me quitabas mucho tiempo y necesitaba ser libre me
asfixiabas y pues el hombre necesita salir conocer el mundo y no quedarse
encerrado entre paredes y rejas te decía todo eso y tú toda necia con que debía
guardarte fidelidad el destino nos unió nacimos el uno para el otro y que solo
la tumba podía separarnos yo no me acordaba de haberme casado en ningún pinche
altar para jurarte amor eterno pero tú toda celosa te enojabas si me ponía a
sobornar a los guardias a tirarme a las cocineras y las putas o a hablar con
mis amigos del cartel y yo te decía algún día voy a escapar de ti hija de la
chingada y tú gritabas y me llorabas diciendo perdóname mi Chapito ya no te
vuelvo a decir nada pero minutos después seguías chingando y yo ya estaba hasta
la madre.
Así que un día aproveché que
llevaba la ropa a la lavandería por ti y me fui de tu vida por los próximos trece
años a esconderme en las montañas de Sinaloa allí donde ni muerta pudieras
encontrarme cabrona pero eras tan pinche rogona que hasta ausente me buscabas
mientras me convertía en el capo más chingón de la droga tú me dices que yo soy
un ingrato y un infiel pero lo que se te olvida cabrona es que siempre pensaba
en ti en todo momento y te veía en todas partes en los cuerpos colgados de los
pendejos de los Zetas en la revista esa gringa donde decían que era de los más
ricos del mundo en los billetes ensangrentados del cadáver del traidor y miserable
de El Barbas que mató a mi hijo Dios lo tenga en su gloria y en cada balacera
donde nos chingábamos a nuestros enemigos en cada narcocorrido que me dedicaban
en cada sembradío de mota y en cada uno de los políticos alcaldes y gobernantes
que me sonreían embarrados de mierda y asustados porque su vida dependía de mi protección
allí estabas tú culera siempre chingando que regresáramos juntos que todo
estaba perdonado mientras en mi mente te decía que no y tú me mandabas a la DEA
y a la PGR y al Ejército a encontrarme mientras yo te gritaba sigue enviando a
más pendejos de estos que jamás volveré arpía del demonio.
Tanto era tu amor esclavo que me
agarraste y me volví a vivir contigo en 2014 mientras me volvías a ver me
decías que cambiado estás ese bigote no se te ve bien que si deveritas era yo y
te respondía que dejarás de estar chingando ya me tenías a tu lado otra vez que
más quieres pero tu insistías en que debía sentar cabeza y que formáramos
familia que no importaba todos los hijos que tenía regados con mis otras
mujeres que tú me amarías tal cual era pero eres insoportable y celosa maldita
bruja siempre vigilándome con el garrote de guardia y las cámaras de vigilancia
a donde quiera que iba una noche toda histérica me dijiste que si me volvía a
ir me encontrarías por cielo mar y tierra hasta el fin del mundo y fue así que
me decidí escabullirme por debajo del suelo hasta ver la luz al final del túnel
porque tu obsesión hacia mí me orilló a huir de ti como una rata de
alcantarilla porque hasta ese nivel tan bajo rebajaste mi dignidad vieja
cabrona pero en libertad estaba solo y mientras me tiraba a decenas de putas
buscaba en su piel tu olor y en sus labios tus besos y mientras mis amigos me
decían Chapo bienvenido a su casa a sacar el negocio adelante más cansado me
sentía y tú no estabas a mi lado para poder descansar en tus brazos.
Porque te extraño y te necesito
es la razón por la que vuelvo a ti no sé qué pinche embrujo habrás hecho pero
al fin reconozco que eres el amor del resto de mis días así que prepárate vieja
porque tu hombre ya regresa contigo a ver si de una vez te quitas esos pinches
celos que el Chapo es hombre de palabra y que mi amor por ti es verdadero y puro
pero te advierto mi cabrona que si luego me estás chingando ya sé cómo escapar
de tus abusos vieja arpía así que tómame pero como soy para siempre o tendré
que huir de nuevo y yo sé que eso no quieres porque tienes miedo de morir sola
y vacía y porque nadie te llena la vida como yo lo hago entonces amémonos con
lo que nos queda de nuestros viejos y arrugados cuerpos y mientras te la meto
pueda sentir tus chichis y tu pucha mientras en algún lado suena el narcocorrido
que dice hijos que alegría me da estoy bien en el penal cómo se encuentra mi
gente allá por la capital hijos también los extraño pronto voy a regresar.
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