lunes, 6 de abril de 2015

Mi nuevo trabajo (Proyecto para una columna)

Por Andrés Gallegos


Nota mía publicada en el impreso de hoy
En un panorama en apariencia desolador para los diarios de papel, un grupo de lunáticos que han leído más fantasías caballerescas que Don Quijote lanzan al mercado un nuevo periódico, llamado “El Diario: Periodismo Crítico”. En consonancia con la chifladura de sus encargados, un grupo de Sanchos (el escudero, no los aficionados al deporte extremo de seducir mujeres casadas) viajamos a lomos de nuestros burros para acompañar a estos caballeros en la aventura de publicar un periódico. Como resultado, ahora trabajo como reportero de la sección económica de este diario, un esfuerzo editorial comandado por un grupo de empresas zacatecanas, bajo el mando general de Guillermo Ortega y la dirección editorial de Sergio René de Dios Corona.


Descargue el número uno del diario en PDF: http://ntrguadalajara.com/digital/2015-04-06.pdf

Explicar esta obstinación en imprimir periódicos se asemeja a los bebedores trasnochadores que arriban a un bar que se cierra, presintiendo los primeros rayos del sol mañanero, o el bar que se aburre ante la falta de clientes con nuevas conversaciones, y sin embargo, sigue abriendo sus polvorosas puertas. En Estados Unidos, el porcentaje de adultos que leían uno o más periódicos impresos pasó del 80 por ciento en la década de los sesenta, a solo un 57% en 2003. La circulación disminuye de 475 diarios por cada mil personas en 1960, a 287 diarios cuatro décadas después, según datos del profesor Joseph Dominick en su libro “La dinámica de la comunicación masiva”. Los lectores de impresos se vuelven más viejos, con promedios de edad arriba de los 50 años, mientras los jóvenes, dispendiosos en la compra de smartphones y el ancho de banda de su internet, se vuelven tacaños al preguntarse la utilidad de comprar un periódico que les sale gratis en el ciberespacio.

Y los voceadores que se levantan temprano para abrir sus kioscos se preguntan por qué les llevan cerros de periódicos que no se venderán y solo les fatigan sus espaldas al momento de cargarlos. Según la Asociación Nacional de Voceadores, Periódicos, Libros y Revistas del país, la venta de diarios ha caído un 35%, achacándolo a una débil cultura lectora y el auge de los nuevos medios electrónicos. Las épocas actuales, donde cualquiera que no se quemó las pestañas durante tres años y medio en una licenciatura en periodismo genera noticias interesantes y al momento, prescinden del reportero de carrera por parecer un oficio redundante e innecesario.  El periodista y el periódico ya no tienen la exclusividad de la palabra en la transmisión de noticias. El oficio es un noble francés disminuido por las turbas revolucionarias de la Bastilla. Como bien dice el profesor paraguayo Benjamín Fernández Bogado, los dueños de periódicos se creen importantes pero apenas llegan a unos pálidos 30 mil lectores en un país de más de 100 millones de personas.

Con semejante melodrama donde solo falta el pañuelo en la cara y la sorbedera de mocos, ¿para qué se abre un nuevo periódico?, ¿para qué tomarse la molestia de pagar salarios a reporteros, fotógrafos, editores, equipos tecnológicos, agencias noticiosas, y hasta una rotativa traída de los Estados Unidos, si los gurús de la nuevas tecnologías repiten que lo de hoy es el Trending Topic, los Hashtags, los videobloggers y el frapuccino retro subido a Instagram?. Ciertos estudios le insuflan vida al moribundo o relajan el llanto con un clásico “no es para tanto”. Un informe de WAN-IFRA denominado World Press Trends, todavía hay unos dos mil 500 millones de lectores de papel que sostienen el mercado, contra 800 millones de usuarios digitales.  Además, este mismo estudio señala que el 93% de las empresas de información obtienen ingresos de la publicidad impresa, lo que resulta necesario para pagar sueldos que aún no sufragan la gratuidad del periódico web o el escepticismo de ciertos lectores a destinar parte de su dinero a leer una versión en línea de equis diario (“El País” tuvo que abandonar una versión de pago de su página web ante los nulos beneficios económicos redituados a Grupo Prisa).

La revista Forbes y su colaborador José Luis Antón Alvarado ofrecen una interesante explicación de la existencia actual de los periódicos impresos. Según el politólogo, los medios impresos aún resultan importantes para la clase política en particular y las cúpulas de poder en general, porque es a través de esta plataforma donde le miden el agua a los camotes. Si el político se mira en la portada del periódico, se hincha como un pavorreal al ver su foto o sus declaraciones facilonas como titular de ocho columnas. Además, los conglomerados que sostienen el diario pueden utilizarlo como un medio de presión o pedirle prebendas a la clase mandona del país o del estado donde circulan. Otra vez Fernández Bogado tenía razón, los periódicos van a cuchichearle al poder, a contarle secretitos como amiga adolescente de colegio. Pero por supuesto existen las excepciones. Ojalá y “El Diario: Periodismo Crítico” sea la irregularidad de la campana de Gauss.

Aun así, todo lo anterior no responde en su totalidad los motivos para la apertura de un nuevo periódico en la ciudad de Guadalajara. Tal vez una buena respuesta estriba en las especulaciones placenteras de las corazonadas. Motivos que se explican por sentimentalismos y amores. Con todo y los motivos de marketing esgrimidos para abrir una nueva opción informativa (la posibilidad de crecimiento en la segunda ciudad más importante del país, la insatisfacción de los lectores con los diarios locales, etc.), nada se materializa si no existe una convicción que responda más a lo místico que a lo racional. A lo mejor esa corazonada, más la sensación renovadora de lo primerizo (como el bebé recién nacido en brazos de los padres), permitió abrir una nueva oportunidad al periodismo impreso, lo cual es agradecido por periodistas que nos negamos a ser ninguneados, que aún creemos en la importancia y utilidad de nuestro trabajo, tercos que embestimos como toros rabiosos sabiendo que somos lo más importante de la faena y queremos ganarnos el indulto que avale el resto de nuestras vidas. Solo que a diferencia de las reses bravas, no somos tan nobles como para ser burlados todo el tiempo por la muleta.

Por mi parte, aprovecharé el espacio que me brindan para crecer como periodista, comunicador y escritor. También espero aprender de todos mis compañeros. Agradezco a Sergio René de Dios Corona la oportunidad brindada y espero estar a la altura.  

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