miércoles, 8 de abril de 2015

Los samples en la música: como ser originales siendo unos copiones

Por Andrés Gallegos

Copiar. Pegar. Las dos palabras más dulces del estudiante perezoso también representan la búsqueda de ciertos músicos por presentar materiales novedosos sin realmente crear algo nuevo. En algunos géneros musicales, como la electrónica y el hip-hop, el uso de samples -trozos de canciones que construyen o visten una nueva canción- no significa necesariamente una vergüenza, como en las academias. Bien utilizados, los samples pueden generar música de buena calidad.

Daft Punk ha utilizado samples en sus canciones
La destreza del músico de collage es que sepa copiar sin que se note. En cierto sentido, los DJ’s y raperos son unos chapuceros elegantes (algunos no tanto) de la música. Así como el estudiante experimentado en trampas cuida de borrar los hipervínculos del artículo que copió en Wikipedia, el artista del sampling debe disfrazar su Frankenstein sonoro de música que parezca humana, no cadavérica. Lo importante es tomar prestado dando crédito a las fuentes, combinar los ingredientes y que la comida recién salida de la estufa tenga un sabor único. Los mejores artistas del sample tienen la virtud de un chef parisino, combinar alimentos comunes y exóticos para presentar platillos de autor.

Mucha de la música que me gusta dista de ser original en sus fuentes. Pero es original en sus combinaciones, gracias al oído musical de quienes insertan las estructuras de canciones viejas en sus propuestas sonoras. La mejor música electrónica es, en mi parecer, la que interpreta mejor las influencias de otros géneros para presentar un sonido novedoso, auténtico. En vez de presentar un ensayo “copia y pega”, presenta un libro original con bibliografía.

En 1996, Josh Davis, conocido como DJ Shadow, presentó un álbum revolucionario en las escenas hip-hop y electrónica. Su obra maestra “Endtroducing” es la envidia del ecologista. La totalidad de sus canciones son reciclajes de otras, pedacitos mutilados de viejos discos de vinilo sesenteros y setenteros,  literatura en papel con hojas arrancadas de viejos libros de escritores olvidados. Sin embargo, su “corta y pega” tiene un efecto asombroso en el oyente.

La canción más representativa de este disco, “Midnight in a Perfect World”. La melodía principal y base del “track” en realidad fue compuesta por un músico finlandés, Pekka Pohjola, que pocos melómanos conocen. Soportando y acompañando este sample, DJ Shadow coloca otros cinco trozos de canciones, bajo un tono tranquilo.


Esta melodía, “Mutual Slump”, utiliza como gancho principal “Possibly Maybe” una canción de la cantante islandesa Björk.


Finalmente, “The Number Song” usa cuatro canciones, una de ellas el instrumental “Orion” de Metallica, una de las últimas manifestaciones artísticas de Cliff Burton en el bajo antes de su muerte.


El productor, con los oídos saturados de escuchar tantos discos, maneja una base de datos de miles de nombres que puede utilizar a su antojo. El saber enciclopédico predomina sobre la creatividad del músico que compone de la nada. DJ Shadow, con sus más de sesenta mil vinilos arrumbados en el sótano de su casa, logró componer un álbum totalmente nuevo, base de géneros como el hip-hop instrumental o el trip-hop, ese sonido electrónico oscuro perfeccionado en Bristol, Inglaterra.

Vinilos, la Wikipedia del sampling.
Los samples no son nuevos. De hecho se han venido utilizado en los setenta, con la música disco. Desde los sesenta, productores de música han combinado diversos géneros como el funk o el soul para crear sonidos atractivos. Actualmente, los copiones aprovechan las bondades de lo digital para mutilar a su antojo las canciones que quieran. Solo que algunos las dejan tal como están y solo se escuchan fragmentos pegados con saliva, canciones tan malas que parecen derrumbarse de las paredes donde las cuelgan. Otros combinan mejor los trozos y generan música totalmente diferente.

Otro ejemplo es Lucas McFadden, conocido como Cut Chemist. Sin la venerabilidad de DJ Shadow en el género instrumental, logró componer una buena canción llamada “The Garden” donde utilizo principalmente samples de “Berimbau”, de la cantante brasileña de bossa-nova Astrud Gilberto, compuesta por Baden Powell y Vinicius de Moraes. La combinación es bastante atractiva en mi opinión, una combinación de versos en portugués y scratches de tornamesa.


Algunos compositores de música electrónica esconden los samples y los vuelven imperceptibles para el melómano sabelotodo. Por ejemplo, el británico Simon Green, conocido por su nombre artístico de primate “Bonobo”, tiene la capacidad de usar segundos de batería de una canción o una instantánea base de bajo de otra canción para presentar piezas que parecen auténticas.


La costumbre arqueológica de algunos músicos de rescatar lo viejo me intriga. A diferencia de las piezas prehistóricas, que se guardan en un museo o se exhiben sin cambios en un sitio turístico, los historiadores de lo antiguo impulsan nuevas transformaciones del pasado, que derivan en nuevos géneros que pondrían los pelos de punta a los puristas de la historia. Un ejemplo es Parov Stelar. El músico electrónico austriaco, cuyo nombre es Markus Füreder, utiliza música swing, estilo muy popular en la década de 1930 en Estados Unidos, para transformarlas en piezas electrónicas de club de baile nocturno.


Como lo ven, usar el “copia y pega” en la música no es tan malo. Como los que elaboran tesis de maestría, el asunto es saber utilizar las citas y los textos sagrados de los teóricos científicos para evitar acusaciones de plagio. No es lo mismo citar a Max Weber, que decir algo de Max Weber sin entrecomillarlo.  Al final, las mejores tesis son las que dejan un conocimiento nuevo a la institución científica. Como los álbumes de los artistas mencionados le dejaron algo nuevo a la música.

Pero reconozco los problemas del sampling. Uno de ellos es que se olvide la música original en pos de la modernidad. Que se pierda el sentido histórico y considerar genios musicales o innovadores a personas que sólo son músicos (más o menos) competentes. Kanye West, el rapero fantoche y lengua larga, utiliza en su pieza sonora "Power" la canción “21st Century Schizoid Man” de King Crimson, tal vez el mejor grupo de rock progresivo de la historia. La canción no le quedó mal, pero yo personalmente espero que los fans del señor Kardashian acudan a la fuente original.



En la música pop, el sampling es pretexto para el plagio descarado. No me detendré a explicar todos los casos donde el músico ha sido sorprendido utilizando una parte melódica de otra canción, y es sancionado por ello. Los malos músicos no hacen sampling, simplemente se roban las canciones.  Un ejemplo. Vanilla Ice, el rapero con peinado de espátula, no solo utiliza una parte de “Under Pressure” de Queen y David Bowie, sino que tuvo el descaro de decir que su canción era diferente porque le había cambiado una nota musical.




En el arte moderno, el collage ensambla lenguajes gráficos de distintas procedencias para provocar una emoción estética. Me faltan conocimientos, pero parece que el sampling es el equivalente al collage en la música. Sigamos utilizando los samples para generar buena música. Pero con responsabilidad y buen gusto. 

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