domingo, 12 de abril de 2015

No toda la culpa es de los camioneros

Por Andrés Gallegos

En la altura de Periférico Norte y Santa Lucrecia, a dos cuadras de la Avenida Santa Esther, un camión ruta 631 fue apedreado por un grupo de personas no identificadas, alrededor de las nueve de la noche. Rompieron un vidrio lateral de la unidad y lo peor, causaron lesiones a una mujer, Rocío Morales, quien iba acompañada por sus dos niños. Había un poco más de diez personas en el camión, incluyéndome, quienes tuvimos mejor suerte.

Esta es la unidad quebrada


Rocío Morales, quien recibió la pedrada. Sus dos hijos, un niño y una niña, menores de diez años, solo sufrieron el susto.


La piedra lanzada.



Repetimos como un dogma de fe que los choferes de transporte público son unos animales, un peligro al volante, unos trabajadores incompetentes dentro de un sistema corrupto.  Sin embargo, se suele olvidar que estas personas laboran bajo una presión estresante y están expuestos a sufrir incidentes como el de esta noche, 12 de abril. Casos como éste invitan a mejorar la seguridad de los choferes y a cuidar mejor los camiones, que finalmente, son públicos, es decir, para el uso de todos los ciudadanos.

Lanzar piedras en la oscuridad solo encubre la cobardía de quienes las arrojan. A esas personas sin nombre, ojalá y dejen de ser tan estúpidos y recuerden el valor del respeto. Lo peor es que estas estupideces suceden a diario, en varias partes de la ciudad. Luego ocasionan accidentes como el de la usuaria del 631. Algo más grave pudo haber pasado.

Antonio López, conductor de la unidad 827 alcanzada por el proyectil, señaló con cierta ironía que “casi todos los vidrios son de segunda mano, de que ya los cambiamos”. También solicita “vigilancia, mira cuanto tiempo tenemos aquí y ni patrullas se ven. Tampoco hay alumbrado y aprovechan para hacer esto diario”. El chofer da un mal volantazo o levanta pasaje en doble fila, y lo criticamos con justa razón. Pero luego les lanzan piedras a sus unidades, y por dentro, decimos “se lo merecen”. Ninguna de las dos situaciones es justificable. Existe el término medio aristotélico, que traducido al español significa, “ni muy muy ni tan tan”

Que no vuelva a suceder.

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