lunes, 22 de agosto de 2016

Enrique Peña Nieto y el problema del plagio

Por Andrés Gallegos

Tal vez la investigación de Aristegui Noticias sobre el plagio de la tesis de derecho del presidente Enrique Peña Nieto, no tenga la fuerza o el escándalo mediático de la Casa Blanca, pero no es un trabajo periodístico menor. Así como tampoco es menor el problema del plagio, una de las manifestaciones más visibles de la deshonestidad y la simulación, estos virus que después mutan en situaciones graves que nuestro país no se quita de encima, como la corrupción, el despilfarro o la hediondez que desprende el poder para no desapegarse de sus privilegios. En la academia, el plagio de una tesis representa un asunto muy grave el cuál, la mayoría de las veces, concluye con el descrédito de académicos que creíamos intachables y eruditos, o la expulsión de estudiantes que han decidido equivocarse intencionalmente. No creo que suceda lo mismo con Enrique Peña Nieto, pero en todo caso, es una manchita más a un tigre demasiado desacreditado ya, y aunque solo sea eso, una manchita, pintarla es un logro para el mejor periodismo, ese que convierte en cebras hasta a los animales más salvajes.

En México, los plagios académicos se han presentado con más frecuencia en los últimos años. El chileno Rodrigo Núñez Arancibia hizo carrera como historiador en México, y daba clases en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Se especializaba en multitud de temas; Revolución Mexicana, liberalismo en Sudamérica, religión de la Nueva España, etnicidad, el concepto de historia de Collingwood, o el método de enseñanza mutua en Hispanoamérica. El problema era que todas sus investigaciones eran trabajos de otros que él copiaba y entregaba como suyos a comités evaluadores de editoriales universitarias. Descubierto e inhabilitado por el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología (CONACYT) por 20 años, regresó a Chile y lo confesó todo, “sabía que iba a chocar como un tren contra una pared, haciéndome pedazos”, declaró a finales del 2015 al periódico andino La Tercera. Nuñez perdió, inclusive, su título de doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de México, que había obtenido tras plagiar su tesis sobre el empresariado chileno.

Boris Berenzon Gorn era un profesor de historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), famoso por faltar a las clases y cobrarlas mandando a un tercero a firmar por él, lo que ocasionó la queja de una estudiante a través del blog “Yo quiero un trabajo como el de Boris”. Con el tiempo, resultó que Berenzon era un simulador que no solo fingía dar clases, sino que fingió su prestigio académico plagiando ensayos, trabajos de investigación, ponencias y su tesis de doctorado. A pesar de los intentos de sus amigos académicos, los cuales insistían en que las acusaciones eran un intento por minar la credibilidad de la UNAM, Berenzon fue despedido de su cargo en el 2013 por “graves deficiencias en las labores docentes o de investigación, objetivamente comprobadas”.

En la academia, el plagio es una de las peores acusaciones que pueden existir, ya que la ciencia maneja un “ethos” donde el científico e investigador debe respetar la honradez intelectual y la veracidad, siguiendo el análisis sobre la investigación científica defendida por el sociólogo estadounidense Robert K. Merton. Lo sabe gente como Juan Pascual Gay, despedido por el Colegio de San Luis por copiar un ensayo académico de una revista española, o el ya conocido caso de Sealtiel Alatriste, quien renunció a un lucrativo empleo como coordinador de Difusión Cultural de la UNAM y al Premio Xavier Villaurrutia, posiblemente el más importante de la literatura mexicana, por sus múltiples copy-paste, inclusive de la Wikipedia. Otro plagiador, Alfredo Bryce Echenique, eclipsó su maestría literaria, reconocida por obras como “Un Mundo para Julius”, gracias al plagio de decenas de artículos periodísticos, lo que provocó una fuerte oposición a la decisión de darle el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances. La misma Universidad de Guadalajara tiene casos de plagio, como el profesor Mario Alberto Orozco, quien copió sin citar debidamente 84 párrafos de su tesis doctoral en Ingeniería Ambiental por la Universidad Politécnica de Cataluña.

En mi trayectoria de estudiante, se han presentado también casos de plagio. En la licenciatura en periodismo, un profesor del cual no diré su nombre, pero hasta hace poco estuvo trabajando en el gabinete de un municipio de la Zona Metropolitana de Guadalajara, copió entero el artículo de la Enciclopedia Encarta sobre la Revolución Mexicana, para presentarlo en diapositivas durante una clase, sin citar la fuente. Inclusive, el periodismo deportivo es un gran teatro de simuladores. Por ejemplo, Kary Correa, conocida por ser presentadora de programas en ESPN y por presumir muy buenas carnes, plagió un escrito de una página de deportes, llamada “El nueve y medio”, que hablaba sobre la gesta de la selección de Islandia en la Eurocopa, firmado por Gustavo Gutiérrez. El texto, titulado “El modelo islandés”, constaba de una entrevista a profundidad a un exjugador y asistente técnico islandés, pero solo tenía un inconveniente, no tenía el potencial de repercusión mediática del “líder mundial en deportes”.

Pal Schmitt, presidente de Hungría quien dimitió por plagio académico.
Todos nos acordamos de la incapacidad del presidente al dar el título de tres libros que le habían marcado su vida, pero pocos se acuerdan del motivo por el cual Peña Nieto estaba en la FIL; la presentación de “su” libro, titulado “México, la gran esperanza”. A saber quién le haya escrito ese texto, allí nos dimos cuenta de que una persona con semejantes signos de estupidez nunca hubiera podido escribir ni un solo párrafo de aquel desperdicio de papel, pero el escándalo mediático impidió el análisis de un plagio potencial. Ahora un equipo de periodistas, encabezados por Carmen Aristegui, comprueba que de su tesis de licenciatura es “trucha” en un 30 por ciento, y todos se quejan de que “no ha dicho nada nuevo” y que es un caso de bullying mediático de Aristegui contra el presidente que, "en las sombras", provocó su salida de MVS. Solo diré lo siguiente, todos los días hay percances automovilísticos que casi terminan en accidentes, gracias a choferes distraídos y automovilistas sin respeto por las leyes de vialidad, y todos los días, mínimo, les mentamos la madre a esos peligros del volante, aunque sea en nuestras mentes. Sería una insensatez disculpar al próximo que nos choque el vehículo, bajo el argumento de que ya sabíamos que el que nos chocó era un burro de dos patas, o porque todos los días hay accidentes de tránsito. Lo mismo acá, ya sabemos que Peña Nieto es un corrupto y un inepto, pero si lo recalca día tras día, no nos queda otra más que mostrarlo.

Probablemente en México no pase nada, pero recordemos que el plagio ha ocasionado cismas y despidos en mandatarios y secretarios de estado de otros países. Políticos de otras naciones han renunciado a sus cargos tras darse a conocer sus plagios académicos. El presidente de Hungría, Pál Schmitt, renunció a su cargo en abril de 2012 tras corroborarse el plagio de su tesis de doctorado, que trataba sobre los Juegos Olímpicos, e irónicamente, había sido premiada con el título “summa cum laude” (“con los máximos honores” en latín). En Alemania, el entonces ministro de defensa Karl Theodor zu Guttenberg abandonó su puesto en 2011 tras comprobarse que hizo copy-paste de su tesis doctoral en Derecho. Dos años después, Annette Schavan, ministra de educación y ciencia de Alemania, gran crítica de Guttenberg por su plagio, dijo adiós a su puesto al piratearse la investigación que le permitió obtener un doctorado en Filosofía por la Universidad de Düsseldorf.

Yo no he terminado todavía mi tesis de maestría, pero al menos tuve mucho cuidado en que no me acusaran de plagio, y nunca lo hicieron durante mis presentaciones de avances en los coloquios semestrales de investigación, a pesar de algunos errores en las citas. Si a un pobre diablo como yo le exigían no copiar, y tenía clases completas sobre cómo citar con APA y demás, supongo que al presidente de la República habría que exigírselo también. Al hacer contrición de sus plagios en La Tercera, Rodrigo Núñez decía no merecer una segunda oportunidad, ya que el plagio “es una vergüenza muy grande. Ahora estoy asumiendo la sanción social de haberle fallado a mucha gente, que es lo que más duele, y las sanciones que vengan. Pero si fallé en algo tan básico, como la responsabilidad moral de ser honesto, algo que aprendemos de niños”...

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