Por Carlos Andrés Gallegos Valdez
El séptimo arte, incubadora de grandes historias, también es caldo de cultivo para microbios e infecciones virales convertidas en películas terribles. Carretadas de celuloide que debieron quemarse, millones de dólares tirados a la basura y el tiempo desperdiciado que no volverá, son el resumen de muchos filmes que sólo aumentan la obscenidad de una industria enfocada en los ingresos fáciles sobre la calidad, sostenidas en un público que decide ver esta clase de historias. Dentro de ese público, un servidor ha contribuido a la disminución de neuronas en su cerebro, apoyando estas demostraciones de impudicia y sinrazón. A continuación, cinco de las peores películas que he visto.
1.- Zapata: el sueño del héroe
Emiliano Zapata puede comunicarse
con los caballos con solo mirarlos y es descendiente directo de la estirpe de Cuauhtémoc,
ya que le queman los pies al igual que al último tlatoani azteca. Un pastiche de
astrología, chamanismo y falta de apego a una mínima coherencia histórica tiran
por la borda la poca credibilidad de Alfonso Arau como director de cine, en un
filme lleno de actuaciones bochornosas y un guión lleno de balas
tranquilizadoras para animales salvajes. La prensa elevó el status de la película
tan rápido como la denostaron después de su proyección en 2004.
El cantante Alejandro Fernández
demostró un amaneramiento involuntario en su personaje, y Lucero fue la parte
cómica de la película con su ridículo acento español. Jesús Ochoa, por su
parte, nos deleita en su papel de Victoriano Huerta, con una miscelánea de
diálogos arrastrados por una voz silente, mirada extraviada al firmamento y
repetición compulsiva de risitas diabólicas. Los resultados en pantalla demostraron
la caducidad de un director que cuatro años antes puso en serio peligro la
credibilidad de Woody Allen en “Cachitos Picantes”, película olvidable donde el
comediante interpreto a un marido judío cornudo que mató a su mujer y la cortó
en trozos. Y todavía hay gente que cree en Arau.
2.- Gol 2
Soy un gran fanático del futbol
(se puede constar en mi otro blog: ceroaceroesbostezar.blogspot.mx). Pero esta película es una telenovela
de dos horas con algunas escenas editadas de partidos de futbol. Santiago Muñez,
interpretado por el actor mexicano Kuno Becker, es transferido al Real Madrid mientras el raquítico guión es
alimentado de situaciones melodramáticas. El protagonista se enreda con una
conductora de televisión que le zorrea minuto si y minuto también, conoce a un
hermano perdido, choca su auto en una calle de Madrid, y pierde el amor de su
novia inglesa. Una historia digna de escritores de historietas baratas de
periodicidad semanal.
La edición de los partidos es
horrenda, demostrando que era más emocionante ver videos en You Tube sobre la
Champions League del Real Madrid en 2006 que pagar la entrada para ver la
película. Llegó un momento en que nada de lo que hacían los personajes te
llamaba la atención y ni siquiera el futbol capta el interés al final, con
final inverosímil típico de esta clase de películas. Ni siquiera los cameos de
Zidane, Beckham o Raúl salvan el colapso. Gol 1 era un churro digerible, pero
Gol 2 es una diarrea cinematográfica. Hay quienes dicen que Gol 3, la rúbrica
de esta trilogía de cintas, sacada directamente a DVD y que narra la historia
de dos ingleses que juegan el Mundial de Alemania 2006 con su selección, es
peor. Prefiero no comprobarlo.
3.- Dr. Dolittle 2
La película perfecta para dormir
a niños hiperactivos y castigar a infantes latosos, la secuela del doctor que
habla con los animales es perfecta para curar el insomnio y comprobar que Eddie
Murphy dejó de ser gracioso hace más de una década (o tal vez nunca lo fue). La
comedia física y de muecas sólo provoca grandes bostezos en los espectadores y la interacción entre Murphy y los animales
es un interminable tratado de desprecio mutuo, pues la química que se pretende
con los personajes deviene en combustión espontánea.
La historia es simple, los
animales del bosque le piden a su amigo Dolittle que luche contra la
deforestación que pretende realizar una empresa. Por lo demás, el guión es una
enorme zanja de 81 minutos donde las risas, que debían provenir de Eddie Murphy
y sus diálogos con los animales parlantes, se tropiezan en un letargo profundo.
Festival de cabezas oscilantes y ojos entrecerrados, la cinta familiar se
convirtió en un infomercial para trasnochadores. Eddie Murphy luego haría
bodrios como “Pluto Nash”, una coladera en la que Warner Brothers gastó 100 millones de
dólares (de los cuales 20 millones se embolsó el actor afroamericano), y sólo
recuperó tres.
4.- Adivina con quién salgo o
Mr.Woodcock
Lo malo de ver películas en los camiones
es que no puedes elegirlas. Un día, mientras iba a estudiar a Ocotlán, mientras
la noche impedía matar el tiempo leyendo o viendo el paisaje, me topé con las aventuras
de Mr. Woodcock, un profesor rudo de educación física que corteja a la madre de
un ex alumno suyo que lo detesta. Hacía
falta la luz, tanto en el camión como en el filme, ya fuera para hacer otra
cosa en el viaje o para que la película se volviera interesante por alguna
experiencia espiritual.
Lo malo de ver películas en los
camiones es estar despierto. Apoyar la
cabeza en el respaldo para atraer el sueño y que este, reacio, no llegue a ti.
Entonces te abandona y te deja a merced de la decadencia de Billy Bob Thornton
y Susan Sarandon (ganadora del Oscar como mejor actriz), y la estupidez del
papel de Sean William Scott, actor mejor conocido por sus intervenciones de
chico guaperas en American Pie, el tratamiento Ludovico de cerebros
adolescentes más eficaz de todo el mundo.
Los estereotipos americanos suceden uno
tras otro como pasarela de Miss Universo: el profesor macarra que hace la vida
imposible a sus alumnos, el niño gordo de la clase del que todos se ríen de él,
el cultivo de la imagen y el éxito publicitario como la estrella de Oriente de
los jóvenes estadounidenses, y las caras estreñidas de los actores al momento
de recibir golpes. Hora y media sin una sola risa. El entretenimiento fácil
volvió por sus fueros.
Lo malo de ver películas en los
camiones es simplemente verlas. Hacer lo que se pueda, como llevar una botella
de cloroformo o pastillas de Zanax, en vez de participar en la dudosa calidad
del cine de viajes. Por cierto, recordé que Sean William Scott también
participó en Los Duques de Hazzard y Jackass 3D. Un dato muy explicativo.
5.- Chiquito pero peligroso
Un crítico dijo de este filme que provocaba
menos risas que “La lista de Schindler”. Se quedó corto. No sólo no es
divertido, sino que es una invitación al azote. Sus escenas cómicas dan asco y
sus chistes dan pena ajena, de ese tipo de vergüenza que hace que veas la película
de reojo, tapándote la cara con el antebrazo y con tus manos sudorosas, atenazadas
con fuerza en el asiento. Los hermanitos Wayans, los tres chiflados del cine de
Hollywood, atacan con otro producto para débiles mentales, como si “¿Y dónde
están las rubias?” y la franquicia “Scary
Movie” no han sido suficientes para perpetuar
el ejército de púberes con acné que ríen idiotizados cualquier gracia. Pero más
tonto yo, por ver esta... rapsodia a los golpes en los huevos.
Keenen Ivory desde la dirección, Marlon y Shawn desde la actuación, trabajan en
conjunto para entregarnos una plasta de engrudo donde, si metemos la mano muy
hasta el fondo, encontraremos los indicios de un guión cinematográfico. Un hombre
pequeño y un hombre de estatura promedio, ambos anormales, son unos rateros que
roban un diamante. Con la policía tras de ellos, esconden la joya en una casa.
Da la casualidad de que en esa casa vive una pareja que desea tener un hijo, y
los ladrones aprovechan para presentar al enano como un bebé recién nacido. El
resto, una sucesión de chistes y gags sobre fluidos del cuerpo, con alusiones al sexo y a la mujer como objeto para tener sexo con ella, el enano agarrándole las tetas a la esposa y primerísimos
planos a traseros y escotes. En resumen, mierda, culos, miados, vaginas y testículos abollados, se reúnen
para dejar maloliente toda la película y provocar naúseas y vómitos en quien
esto escribe. El final sólo es la cúspide de todo el cerro de desechos equinos que
los hermanos Wayans prepararon a sus espectadores.
Este purgante cinematográfico fue
reconocido como la película con peor actor, peor reparto y peor remake, en el
año 2006. Tres Razzies ganados a toda ley.
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