jueves, 23 de febrero de 2012

Juicio a un hombre impasible (Divagación literaria)

Por Carlos Andrés Gallegos Valdez

Iremos por ti. Cuando no lo esperes, cuando bajes la guardia, cuando pienses en otros asuntos, te llegaremos de improviso y no escaparás. No habrá compasión, llorarás hasta que se te queme la cara y  los ojos se desprendan de sus órbitas. Morirás, tarde o temprano te encontraremos y te borraremos de la faz de la tierra. Nos veremos de nuevo en el infierno, si es que existe.

Te dejamos pasar demasiadas afrentas. Te pedimos cuentas y las evadiste. Te pedimos actividad y nunca te moviste. Te solicitamos atención y siempre estabas distraído. Nuestras advertencias fueron ignoradas, acalladas, embrutecidas. Ahora nos pides piedad, compasión, perdón. Demasiado tarde, somos duros y no nos emblandeceremos ante una apelación desesperada. Somos jueces inquebrantables y te condenaremos con todo el rigor que nuestra furia puede alcanzar.

No te escondas, te encontraremos. No pidas protección, al final estarás sólo. No corras,  te alcanzaremos. No pretendas acabar con nosotros, serás incapaz de lograrlo. No recurras al suicidio, es inútil, estaremos contigo para salvarte antes de que lo intentes siquiera. Estás acorralado, a tu alrededor vigila altanero nuestro cerco. Camina y veras nuestro pasos. Corre y notarás las zancadas que te persiguen. Vuela y nuestras alas de halcón romperán los vientos para encontrarte en las alturas.

Crees que nuestras amenazas son estériles, ¿entonces porque tiembla tu cara, se te deshacen las piernas y tus manos se hunden en helado sudor a cada momento que piensas en nosotros?. Sabes que existimos, que somos reales, y por eso maldices el día, la hora, la vida en que nos conociste. Crees que no tenemos el derecho de hacerte sufrir, pero te equivocas, tú nos perteneces y nuestras leyes decretan que eres el súbdito de la monarquía, el enano del circo. Desobedeciste nuestros mandatos y el que rompe las reglas merece que le desprendan la cabeza del tronco, con el único privilegio de ser carroña de animales hambrientos.

Iremos por ti. Te agradeceremos por engrosar la lista de piltrafas como tú que llevamos en nuestro currículum de exterminio. Así es, no eres el primero en caer en nuestras manos, ni serás el último. Y cuando el sol duerma en el poniente, vivirás la noche perpetua en la tierra de los muertos. ¿Oyes el zumbido de la silla eléctrica, sientes el filo de la guillotina que desgarra tu nuca, ves la rapidez con la que viajan esas balas en línea recta a tu frente?, ese es el recuerdo que deseamos que te lleves de nosotros. Somos las voces de tu conciencia, que tengas buen viaje.    

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