lunes, 16 de marzo de 2015

Mis reflexiones sobre el caso Aristegui

Por Carlos Andrés Gallegos Valdez

I

El despido de Carmen Aristegui de Noticias MVS representa la pérdida de un espacio alternativo y crítico de análisis e información periodística que debe lamentarse. Sin ser un gran seguidor del noticiero matutino, reconozco el trabajo de Aristegui y su equipo de reporteros, quienes lograron propinar grandes trancazos al poder en turno (la Casa Blanca de Angélica Rivera o las edecanes de Cuauhtémoc Gutiérrez) con reportajes propios de un buen periodismo de investigación. La popularidad y credibilidad de Aristegui han generado una intensa ola de indignación en su audiencia y en varios defensores de la libertad de expresión. Se pierde un espacio periodístico alternativo que reduce aún más la disponibilidad de voces diferentes a las de siempre, en su mayoría meros repetidores de las versiones oficiales o periodismo liviano incapaz de encontrar los rincones donde los poderosos esconden su basura.

II

Ciertas voces contrarias al periodismo de Carmen Aristegui celebran su salida de MVS con burlas y descalificaciones expulsadas por el resentimiento o la animadversión biliosa que no atina a encontrar causas racionales para tal emoción destructiva. Los defensores de Aristegui son tachados de “chairos”, palabra que no explica nada pero suena peyorativa. Adolescentes berrinchudos que solo debaten a gritos, vociferan el desagradable tono de discusión conocido como el “y tú más”, y llevan el diálogo a charcos sucios o tierras enlodadas del tipo “tu santona es títere de López Obrador, de Carlos Slim, y además es una lesbiana”, como si la preferencia sexual disminuyera las capacidades intelectuales de la periodista.

La idiotez de estos gritones de banqueta avala involuntariamente las manifestaciones de apoyo a la ex-titular de Noticias MVS. Criticar a Carmen Aristegui diciendo que la señora es una “seguidora del Peje” y no toca “ni con la espina de una crítica a los políticos de izquierda” (aseveración frágil que merecería una sustentación documentada), es como decir que Bob Woodward y Carl Bernstein eran parciales y tendenciosos por investigar a Nixon y los republicanos, pero no al Partido Demócrata. Como los tontos que en vez de mirar la luna, se detienen en el dedo que la apunta, atacan supuestos “delirios comunistas” o “bullying periodístico” de “Chairistegui”, pero no se detienen en observar si las investigaciones de Aristegui sobre los Legionarios de Cristo de Marcial Maciel, la Casa de las Lomas que la primera dama se compró con los ahorros de toda una vida en Televisa o las redes de prostitución que organizan ciertos políticos son temas importantes para la formación de una opinión pública crítica y cuestionadora de los abusos de sus líderes. Por mi parte, con todo y sus errores (que los tiene), Aristegui es una mejor opción periodística que muchas otras que solo escriben al dictado del que les paga.

III

Cuando la libertad de expresión protagoniza conflictos entre periodistas y patrones, por lo general resulta complicado creer en las versiones empresariales, puesto que los ejecutivos no ejercen este derecho con fines sociales o informativos, sino con fines de lucro. Y cuando la actriz estelar de una batalla así es una de las más destacadas en el ejercicio de la mentada libertad, entendida en su sentido profundamente periodístico (sus temas de investigación están allí para comprobarlo), por lo general esta práctica genera un conflicto con las cúpulas directivas y de poder. A todo esto agreguemos que nuestro país es uno de los más hostiles con los periodistas, con voces acalladas por la censura (Gutiérrez Vivó), las balas (Manuel Buendía), los cañonazos en forma de pesos plata o embutes (cientos de periódicos o el famoso “no pago para que me peguen” de López Portillo) o el continuo hostigamiento bélico-delictivo en situaciones de peligro como el narcotráfico (no olvidemos que México es uno de los países que más periodistas asesinan en el mundo), es comprensible que miles de mexicanos piensen -pensemos- en el despido de Carmen Aristegui como una afrenta más a la libertad de expresión que a un conflicto laboral interno.

Por lo que leí, MVS aduce un “abuso de confianza” por parte de Aristegui en usar la imagen de la empresa en Mexicoleaks, una opción periodística independiente apoyada por la periodista, como un argumento para su despido. Esta situación originó la salida del noticiero de dos reporteros, Daniel Lizárraga e Irving Huerta. De acuerdo a versiones de trabajadores del canal, Aristegui infringió acuerdos comerciales y quiso imponer su voluntad a la de la empresa.  No obstante, cuando a estas razones empresariales se entrometen determinadas circunstancias, por ejemplo, que los periodistas expulsados fueron quienes elaboraron la investigación de la Casa de Angélica Rivera, resulta más complicado creer en la veracidad de MVS y la familia Vargas. Los tentáculos del poder son demasiado largos y embrollados para pensar que los periodistas puedan convivir sin conflictos con semejantes calamares.  Al final, estos casi siempre buscarán una forma de asfixiarnos en el océano.

IV

La unión de los periodistas es tan ilusoria como los cuentos de hadas. Es doloroso atestiguar que una de las profesiones más peligrosas y precarias del país, también sea una de las más insolidarias. El periodismo también es uno de los oficios más desiguales, con conductores de noticieros viviendo en mansiones y manejando coches de lujo; y reporteros que se mueren de hambre en lugares olvidados de la provincia, temiendo en cualquier momento un secuestro, una bala, viviendo en permanente tensión. Las agotadoras rutinas de la profesión, el recelo con que ven los empresarios y políticos a quienes la ejercen, y los raquíticos sueldos que en la mayoría de los casos se pagan, alimentan el aislamiento y la vigilancia extrema del periodista. Habiendo poco trabajo, conservo el que tengo. Hay que guardar silencio para alimentar a la familia. El periodismo ya no admite héroes y los paladines de la libertad de expresión son vistos como soñadores de lo imposible, dementes de hospital psiquiátrico o con la indiferencia del que ya ha saboreado la textura jugosa del chayote.

Despiden a uno de los considerados ejemplos de la profesión, Aristegui, y el periodista que se rebela ante la fragilidad de su trabajo y la supervivencia agónica de sus escritos pide a sus compañeros que se unan para evitar ser los siguientes. Pero al gremio le han resquebrajado la solidaridad y sólo puede trabajar fragmentado, como conviene a los patrones de hoy, enemigos de los sindicatos y amantes de los esquiroles y de la mano de obra barata. Chapoteando en la inmensidad del mar, los reporteros náufragos se aferran a sus salvavidas, sin fuerzas y esperando que alguna corriente de aire los dirija rumbo a la costa.  El periodismo, profesión necesaria para cohesionar y auditar la vida pública del país, solo es honrado por esfuerzos individuales repelentes al cinismo imperante de quienes ya perdieron la fe en lo que hacen.

V

En sistemas corporativos como los del PRI, la libertad de expresión que germina voces discordantes e informadas sobre la actualidad política genera fracturas indeseables en quienes controlan su funcionamiento. Por eso, gobiernos como el de Peña Nieto nunca se sentirán cómodos con periodismos contestatarios e incómodos, porque ponen en riesgo la repartición del botín para sus miembros y la impunidad del que controla esta distribución. Pero la culpa no solo es del gobierno. Muchos periodistas, incómodos ante la desoladora perspectiva de utilizar el cerebro para generar información relevante a sus audiencias, prefieren que les coloquen la correa del perro para que los amos los lleven al parque, en vez de salir a explorar el mundo sin ningún tipo de lazo. Como en la etapa maderista, el ingenuo presidente de la nación pensó que la libertad de expresión debía ser permitida sin reservas, pero solo generó periodistas rabiosos hambrientos del hueso que les regalaba el dictador Porfirio Díaz.

Las redes sociales exigen un boicot a MVS, dejar de seguir sus páginas web y redes sociales, además de cancelaciones masivas al servicio de Dish, donde se puede ver la señal de televisión del canal propiedad de los Vargas. Parece una buena medida, pero solo será de carácter temporal. MVS apostará al olvido que ejerce la falta de una memoria ejercitada y el paso de los días, quedándose en su casa hasta que la tormenta se apacigüe. Los seguidores de Aristegui seguirán acompañándola a donde vaya. Es la suerte de quienes aún poseen cierta credibilidad. MVS derrochará una audiencia importante, pero algo harán para recuperar lo perdido, ya sea con publicidad del gobierno, algún concierto musical de Exa o tal vez un programa matutino de revista. A Carmen Aristegui, un sector del periodismo mexicano la seguirá teniendo de ejemplo. La familia Vargas apostará por balancear sus ingresos a fin de año, pero la libertad de expresión seguirá buscando gente que la defienda. Dar “unfollow” a una página de Facebook es apenas una actividad mísera y poquitera ante tamaños desafíos que enfrenta el equipo de Aristegui en particular y el buen periodismo nacional en general.

VI

Este pensamiento no es mío, sino de un amigo, José Luis Velasco, a quien le doy toda la razón:

“Quien piensa que a un periodista se le nulifica con la censura, vive equivocado, porque no hay mejor premio de periodismo que la legitimidad ganada a través del despido injustificado y de la persecución. Eso es una exaltación y una aceptación tácita de que no se tienen argumentos ante los hechos revelados.”

jueves, 12 de marzo de 2015

Microensayos de chile, mole y pozole

Por Carlos Andrés Gallegos Valdez

I

El linchamiento como justicia popular me parece un acto repulsivo.

En Tláhuac, la turba mata a dos policías y deja maltrecho a un tercero. Para los linchadores, eran violadores de niños. Un matrimonio propagó el pitazo.

Una película que me impacto en el bachillerato fue Canoa, de Felipe Cazals. Tres estudiantes mueren a manos de una chusma azuzada por el cura de la iglesia de San Miguel Canoa. Para los linchadores, eran comunistas.

Vidas inocentes se apagan por el ánimo encendido de la muchedumbre. Hacer justicia es una declaración de guerra. La gente suelta a Barrabás mientras los garrotes se lavan con sangre justa.

Una justificación del linchamiento es la inseguridad pública. Si los policías no hacen su chamba, nosotros actuaremos por ellos. En lugares donde la delincuencia tiene patente de corso, la paranoia se eleva y cualquier cambio de dirección del viento significa temporada de huracanes.

Siento desconfiar del efecto purificador de las turbas enfurecidas. No actúan por un pretendido interés de salvaguardar la tranquilidad de sus hogares. La dinamita se prende únicamente con un fósforo. Las motivaciones enmascaradas de algunos se vuelcan sobre la acción mal encausada de las mayorías.

II

Los niños bien portados son los que permanecen sentados. Esa es la única disciplina conocida por algunos profesores de primaria y secundaria. Un salón en silencio, con los traseros pegados a la silla. Para estos maestros, eso equivale a orden.

Esta clase de docentes son felices enseñando al dictado. Les aterran las actividades en equipo. Los pupitres se desalinean y el rechinido agudo exhalado al trasladarlos de un lugar a otro aturde los oídos sensibles de los profesores.

La mayéutica brilla por su ausencia. El profesor dice, el alumno asienta. Las manos permanecen asidas una a la otra, escondidas debajo de la mesa. Darle la participación a un niño es el prólogo del relajo y la norma de buena conducta es guardar silencio absoluto. El absoluto se recalca, por si no quedó claro.

En la primaria tuve un profesor llamado Eliseo. Un día le agradé. No hablaba con nadie, pero dialogaba a solas. Ese día me propuse cerrar la boca totalmente y el maestro me felicitó en público. Era un infante muy bien portado.

Los niños se convierten en adultos y trasladan la filosofía de estos maestros a sus hijos. No salgas, no hables con extraños, quédate tranquilito viendo la tele. Bien portado.

III

Cuando me preguntan si existe Dios, por lo general respondo afirmativamente. Sin embargo, resulta complicado explicar los argumentos de mi réplica.

Para afrontar este problema, dejo de lado cuestiones racionales, lógicas o filosóficas de gran calado. Mis motivaciones eluden la satisfacción ajena. La resolución de la existencia divina posee un significado íntimo, personal.

Dios no se entiende por medios racionales. Algunos argumentos de este tipo, como la Primera Causa, resultan falibles. Debemos preguntar, como John Stuart Mill, ¿quién hizo a Dios?. La apuesta de Blaise Pascal sobre Dios (si crees en Él y existe, ganas) me parece una pérdida de tiempo. Dios no es una tasa de cambio del Dow Jones o ludopatía de casino. Las religiones tratan de imponer su propia visión divina, negando las otras. ¿Cuál es el Dios verdadero, el musulmán, el cristiano, el judío? Esa pregunta ha provocado millones de muertes a lo largo de la historia.

La respuesta a la existencia divina podría encontrarse en la mística. Dios no se piensa, se siente. Ese descubrimiento únicamente se puede corroborar individualmente, mediante una experiencia religiosa. Esa verdad, repito, equivale sólo a esa persona. Es una postura más bien cercana a la de William James y su empirismo radical. Si Dios es la verdad que ayuda al creyente en su vida, Dios existe.

El acercamiento a Dios, en muchas ocasiones, se suscita de modo similar a esta frase: “No hay Dios en las trincheras”. Cuando el hombre o la mujer no encuentran asidero en sus vidas, enfrente de una situación límite, aflora un sentimiento religioso indescriptible. Como le sucedió a Martín Lutero en su época de seminarista o al mismo Pascal. La catarsis del hombre se sublima a un ente superior.

IV

La revolución debía disciplinarse. Un grupo de bandoleros se disputaban la silla presidencial a balazos, como les enseñó la lucha armada. Madero, Obregón, Villa, Zapata, Carranza, fueron devorados por las balas de la reyerta mexicana, atiborrada de traidores. El general Calles fundó un  ornamento institucional para gobernar al país. Así nació el posterior PRI, en ese momento Partido Nacional Revolucionario.

Durante 70 años, el PRI le enseñó al país un modo particular de gobernar imperativo aún después del triunfo de Vicente Fox en 2000.  Sindicatos “charros” como perfectos besamanos del gobierno en turno. Burócratas votando en masa por el partido oficial. Fraudes patrióticos. Intelectuales seducidos por puestos diplomáticos y nombramientos rimbombantes sin poder. Campesinos con tierras improductivas. Obreros marchando como ganado en los mítines del candidato oficial. Millonarios vividores del presupuesto público, con contratos jugosos y concesiones favorables. Prensa servil al imperio sexenal.

Fox y el PAN tuvieron una oportunidad histórica para debilitar al PRI en su presidencia. El bigotón y varios panistas acabaron apoyando al candidato tricolor el año pasado. La oposición de izquierda, formada por varios expriístas, no se independiza de sus raíces. #YoSoy132 resultó un buen intento para avivar la crítica al partido de los dinosaurios, hasta que la iniciativa se devoró a sí misma.

Peña Nieto regresó al PRI a Los Pinos. Las viejas prácticas continúan. Gonzalo N. Santos y otros caciques encontraron sustitutos en los Granier o Moreira. La república priista se restaura, aunque con regiones fracturadas controladas por el narcotráfico, juez y parte de las vidas de millones de mexicanos.

V

Roberto Gómez Bolaños crío una generación de idiotas. Dicen.

Veo “El chapulín colorado” y “El chavo del ocho”. Me siguen haciendo reír. Entonces debo ser un imbécil.

La comedia de Chespirito es vilipendiada. Los chistes son repetitivos hasta el hartazgo. Sus personajes son brutos, vanidosos, iracundos. Don Ramón debe la renta y fabrica mil y una tretas para escapar del Señor Barriga. Se hace mofa de los gordos, de los escuálidos, de las piernas de chichicuilote, de la fealdad del prójimo. La violencia es excesiva, los pelotazos duelen como yunques, el Chavo persigue a Quico con una escoba, con un ladrillo; al Señor Barriga siempre lo reciben con martillazos y troncos de madera. Como el Chavo siempre desea una torta de jamón, lo acusan de poco ambicioso y de vivir feliz en la pobreza.

Y sin embargo, los guiones de Gómez Bolaños traspasaron fronteras. En Sudamérica lo idolatran. En Brasil a Don Ramón lo llaman “Seu Madruga” y creen que la vecindad de “Chaves” está arrinconada en alguna favela de Sao Paulo o Río de Janeiro. De vez en cuando, se escuchan frases chespiritianas como “no contaban con mi astucia” o “como digo una cosa digo otra” en el habla cotidiana.

El éxito de Chespirito radica, en una parte, en las mediaciones sociales ejercidas por la televisión, fenómeno estudiado entre otros por el comunicólogo Jesús Martín Barbero. Cuando la gente mira un programa, busca encontrar su vida cotidiana al otro lado de la pantalla. La vecindad del Chavo se vuelve un símbolo cultural de la vivienda popular iberoamericana. La vieja de tubos, el desempleado sin gusto por el trabajo, el niño presumido, el héroe temeroso de la Llorona y las momias, todos son reales. El mejor modo de afrontar estos caracteres, estos fenómenos culturales, es burlándose de ellos.

VI

Mi mamá tenía dolores de parto a los 22 años. El bebé salido de sus entrañas ya tiene 24 y ni siquiera tiene novia. Soy un “rara avis”. Compañeros de secundaria y bachillerato ya son padres de familia. Yo todavía vivo en un estado de pubertad permanente.

¿Cómo será la mujer amada? He adoptado la postura de espera, como una flor en espera de la abeja polinizadora. Algún día llegará a mí esa mujer, inspiradora de poemas cursis y leperadas plagiadas a los albañiles. En ese momento me drogaré con oxitocina y veré a la amada con una perfección obscena. Su mugre será jabón, sus berrinches gritos de euforia, si todos los hombres y mujeres del modo hacen caca, diré: “ella sería incapaz de algo tan vulgar y prosaico”.

Tuve una “novia” a mis diez años, solo le di un beso en la boca y “cortamos” porque preferí quedarme en casa un domingo. En la preparatoria me interesé por una chica, cuando más me gustaba no me animé a dar el siguiente paso y cuando dejé que el proto-enamoramiento se evaporara con el paso del tiempo, la muchacha de mis sueños ya estaba con otro hombre. Mis historias de amor no alcanzan para llenar una cuartilla. La cuenta del mandado dura más tiempo en narrarse.

Como dice la canción “Natural Selection”, del grupo electrónico inglés UNKLE; “Maybe I’ll find the right one for me”.